PROMOS

Piernas cansadas...qué pereza!!


“¿Piernas cansadas? ¿Qué es eso?” Me decía yo a mis tiernos 23 añitos. La única idea que tenía yo entonces de tener las piernas cansadas era después de mis carreras matinales de 45 minutos haciendo footing en el parque. Pero, ah, juventud, divino tesoro que pronto se escapa. Por entonces no usaba tacones casi a diario. No me pasaba horas sentada. No tenía 29 tacos…Y ahora sí. Ahora llego a veces a casa y las piernas me pesan como sacos de arena. Siento (qué digo siento, lo veo con estos ojitos) los pies hinchados después de quitarme los zancos. Algunas mañanas de verano me levanto con un cansancio como si hubiera estado toda la noche corriendo una maratón. ¡Una solución quiero!

Al parecer, el 80% de las personas adultas sufren las molestias de las piernas cansadas. Sobretodo las mujeres, que somos así de chulas y con nuestro cóctel de hormonas nos llevamos la palma. Pero es que, además, hay factores que empeoran la situación. A saber: la falta de ejercicio, el sedentarismo, la alimentación, la obesidad, la herencia (gracias, mamá, por esas negras y largas pestañas; no tanto por lo otro). Todo esto empeora la circulación sanguínea, que nos lleva al síndrome de las piernas cansadas.

¿Qué hacer para evitar esto o al menos mejorar la situación? Pues hay varias cosas que debemos poner en marcha (esto lo he sacado de dietafitness.com):

Cleanance

Hace un par de meses más o menos, en el blog de Belleza Pura, hablaban de los nuevos productos de Avène para pieles grasas. Por ser parte afectada, me ha pareció interesante y tomé nota. Aquí lo tienes.

El Resplandor (iluminadores)

Los iluminadores. Esos grandes inventos de la humanidad que han hecho tanto por nuestras caritas. Esos pinceles y polvos mágicos (qué juego da esta expresión, ¿eh?...) que embellecen y borran de un plumazo noches sin dormir (y volvería a usar la expresión, pero seguramente sería una ordinariez), juergas puntuales e imperfecciones permanentes (como mis ojeras). Resumiendo, una maravilla.

Yo tardé en descubrirlos, y lo hice gracias a Tuimagenpersonal. Y también gracias a ver fotos de famosas y venga a preguntarme “Pero, esta chica, ¿por qué siempre tiene esa buena cara, esa luz, esa belleza?”. Aparte del photoshop y la buena suerte de algunas, el iluminador tenía mucho que ver. Si no, mira la foto de Paula Echevarría. Aparte de que es un bellezón la chica, fíjate en los puntos de luz que tiene en la parte alta de los pómulos, la frente, la nariz y la barbilla. Son poco evidentes, pero eficaces. Le dan luz y buena cara. Y se consiguen con el iluminador.

Así que al lío. Lo primero, decidir qué tipo de iluminador queremos o nos va bien. En polvo, fluido o en crema. El clásico Touche Éclat, de YSL, o los también clásicos ya Shimmer Brick de Bobbi Brown. O el relativamente nuevo Mineralize Skin Finish, de Mac. O el iluminador fluido de Clinique en tono dorado, que queda también espectacular, sobretodo si estás bronceada.

Yo tengo Touche Éclat, de YSL, y estoy encantada. Más que eso. Desde que lo probé, y tardé en hacerlo, no dejo de usarlo. Me aplico toquecitos con el pincel bajo la ceja, en la barbilla y en la nariz (y en el lagrimal cuando tengo más cara de cansada, que al final es casi siempre) y difumino con los dedos. De forma súper discreta, te ilumina las zonas y borra los signos de cansancio. Cuando me produzco más porque voy a salir y me pongo base de maquillaje, ojo oscuro y toda la pesca, además me lo pongo en las aletas de la nariz, alrededor de los labios (los hace más carnosos) y en la parte alta de los pómulos. Es maravilloso.
Pero hay momentos en los que queremos más. No sólo tener buena cara y que la gente no sepa por qué (“¿Serán los polvos mágicos?”. Lo siento, no podía evitarlo), sino brillar, resplandecer. Para esos casos prefiero los iluminadores en polvo, porque son más evidentes.

 Como los Shimmer Brick, de Bobbi Brown o Mineralize Skin Finish, de Mac (de esta línea hay varios productos, pero yo sólo tengo unos nacarados). Además de en el rostro, tienen la ventaja de que se pueden aplicar en las clavículas o en las piernas, por ejemplo (si aplicas polvo bronceador iluminador justo en el hueso de las espinillas, las piernas parecen más delgadas). Se aplican de la misma forma que dije antes, y duran más que los iluminadores en crema si tienes la piel grasa, como yo.

Pero cuidado con pasarnos en la iluminación. No lleguemos a brillar cual bombilla o lucero del alba. Y eso es lo que me pasa con el iluminador en polvo que tengo. Si me lo pongo en el arco de la ceja y la nariz, perfecto. Pero como me lo ponga en los pómulos, la barbilla y la frente, parezco una burbuja Freixenet o, peor, Sara Montiel en su fiesta de cumpleaños. Por eso prefiero, para darme luz sin que se note, el iluminador en crema. Y para las zonas que sí que quiero que se noten, el iluminador en polvo.

Para la que no tenga iluminador y esté en economía de guerra, como yo, que sepa que sirve igual una sombra de ojos clarita. Si es nacarada, mejor que mejor. Y que un poco de vaselina en el arco que va desde el final de la ceja a los pómulos hace maravillas (sin pasarse).

Obsession (y no de Calvin Klein)


Tengo una mente un poco obsesiva-compulsiva. En el sentido de que, como me dé por algo, la hemos liado.

Me he llegado a pasar noches sin dormir porque se me había pegado una cancioncita (y muchas veces lo peor es que ni siquiera me gustaba) y no he podido dejar de cantarla. 

Seguro que a ti te ha pasado más de una vez. El problema es que no sólo me ocurre con canciones. Me pasa con frases, con nombres de personas (del presidente de Kirguizistán, por ejemplo, si lo he oído en el telediario y me ha parecido curioso), con expresiones (en inglés son mis favoritas, como escuche una que no conocía y me guste, ahí me tienes repitiéndola como una panoli). 

Y, lo peor: puedo también tirarme una noche medio soñando con la serie, la película o el libro que acabo de ver. Intentando darme explicaciones sobre por qué a tal personaje le ha pasado tal cosa, cómo podría solucionar sus problemas, o incluso desarrollando yo la trama a mi antojo. Pero medio dormida, ¿eh? Y no lo puedo evitar. Una más de mis taras, qué le vamos a hacer. Si hubiera nacido pantalón, estaría en el Lefties.

Como ya supondrías, en temas de belleza me pasa lo mismo. Hace unos años llegué a tener tal obsesión con ir al gimnasio y hacer deporte que, día que no hacía algo, día que estaba de mala leche, o inquieta cuanto menos. Aunque fueran unas sentadillas y unos abdominales en casa, tenía que hacerlos. Parecía un poco loca. Si no había dormido apenas no importaba, mis 45 minutos de step en la máquina del gimnasio eran sagrados. Eso sí, tenía el culo como una piedra pero unas ojeras… Y lo peor es que además estoy mejor ahora, que hago una cantidad de deporte moderada (dos o tres días a la semana, como mucho, en mi elíptica, y algunos ejercicios de pesas ligeros; para algun@s será poco, pero es que una tiene vida aparte de eso). Sobre todo porque mis piernas pasan de estar normalitas a ser directamente las de Roberto Carlos con un par de días de ejercicio, y tengo que tener cuidado.

Y qué decir de las pinzas de depilar…Pueden ser un instrumento peligroso en mis manos si enciendo las luces del espejo del baño, porque entonces no hago más que ver pelitos, y pelitos, y me puedo tirar media hora con ellas. Y quedarme sin cejas, lo cual no es nada favorecedor si no eres fan de Nosferatu. O de los desfiles de la temporada primavera-verano 2010 de algunos diseñadores.

También me obsesiono tapándome las ojeras con el corrector. Yo me sigo viendo ojeras aunque me haya gastado medio tubito del producto. Y no porque el corrector sea malo y tape poco, no. Es que yo me sigo viendo ojeras. 

Soy lo que podría llamarse ojeroréxica. Lo cual, aparte de raro, no es bueno porque cuando te pones demasiado corrector la zona se ve cargada, las arrugas se marcan más y pareces lela, en definitiva.

Te podría enumerar algunas más de mis obsesiones (el orden en el neceser del bolso, en el de maquillaje de casa y en las cremas en el armario del baño; las muestras de cremas; el pelo que se me cae cuando me lavo la cabeza –puaaaaaaaj, qué asco, no lo soporto -; los pelitos de las piernas que creo que me quedan después de depilarme…) , pero la verdad es que quiero que nos sigas leyendo, y no es plan, ¿no?

Pero te tengo que contar la última, no lo puedo evitar (¿lo ves?: Obsesiva compulsiva): ahora que se me ocurre también, soy celulitoréxica. Seguro que sabes qué quiero decir. Por mucho deporte que haga, por muy delgada que esté, por muy firme que tenga la piel…la celulitis está ahí fuera. O eso veo o, al menos. Aunque a veces, muy pocas…no la veo!!! No está!!!! Ah, no, Rosa, que no te has quitado las medias, so bruta. Pero en este caso, realmente, es normal que la vea. Porque la celulitis sigue ahí. 

Es como cuando Santiago Segura decía que era anoréxico porque se miraba al espejo y se veía gordo.

Naturalidad ante todo posando

Qué monas salen las famosas (casi) siempre en las fotos, ¿verdad? En las alfombras rojas, en los photocalls, en las presentaciones de nuevos productos…Porque saben posar. Les han enseñado a saber qué ponerse, de qué manera ponérselo, y cómo ponerse. ¿Me explico?

La postura cuando nos hacen una foto es fundamental para salir bien. Que si adelanta una pierna e inclina el tronco hacia atrás ligeramente (no como Victoria Beckham, por favor, que parece que se va a partir), que si gira la cadera un poco, que si ponte una mano en la cadera y la otra en la cintura, que si inclines el rostro un poco hacia abajo o lo gires un pelín, que si entrecierres los ojos a lo Marilyn…La verdad, si yo intento estos trucos, además de sentirme un poco tonta, sigo saliendo mal. Los ojos entrecerrados, como si me hubieran pillado a medio parpadear. La mano en la cintura, como cuando a las niñas pequeñas las disfrazan de falleras. La pierna adelantada como Paco León cuando imita a Raquel Revuelta en “Estrenos de Cartelera en Hommo Zapping”…Un desastre, vamos.

Además, siempre salgo con la misma cara (como Renée Zellwegger, que vaya caritas…), y me encanta la gente que es capaz de poner gestos y muecas sin importarles si saldrán bien o mal en la foto. Lo mejor es que, muchas veces, ¡salen mejor que yo cuando me esfuerzo por salir bien! Y lo mismo me pasa con esas fotos que te hacen sin que estés mirando a la cámara. La gente sale natural, relajada, como meditando algo importante. Mirad la foto de Olivia Wilde. Hasta con dos dedos en la boca sale bien, la jodía!!! Yo salgo con cara de mala leche, de cansada o directamente de dormida (con los ojos cerrados, vamos).

Otro tema importante para salir bien en las fotos es el maquillaje. Lo suyo es que se vea natural, poco mate. Lo que a mí me pasa es que, si no me pongo polvos, se me ve la piel como de plástico (por lo brillante) y no me puedo dejar sólo la base aunque eso se ve más natural en la foto. Luego, si me pongo un iluminador en polvo (tengo el Mineralize Skin Finish, de Mac, que es precioso), salen también brillos donde no los había (al menos en persona; el flash puede hacer mucho daño a nuestra imagen). Así que he descubierto que Touche Éclat, de YSL, es el mejor invento del mundo (y merece un post aparte).

Y qué decir de la ropa…Cuidadín, porque a veces no nos damos cuenta de que se nos está transparentando la ropa interior (o algo peor) porque en el espejo no se veía. O de que se nos está haciendo una arruga que nos hace un michelín. O que el color de las prendas coordina muy bien con luz natural pero con el flash se matan. O, peor, que estamos enseñando más de la cuenta por la postura. Una vez, mirando fotos de un grupo de amigas, me di cuenta de que, en una, una de ellas estaba enseñando un pecho sin saberlo. No queremos salir en el Cuore con la etiqueta de “Aaaaarggg!!”, ¿a que no?




Algo que me sienta fatal es ver fotos en las que sales horrible y sin embargo tú habrías jurado que ibas a salir ideal. Al menos cuando te viste en el baño al retocarte, que estabas estupenda. Qué chasco después…¿No es algo que os ocurre, sobretodo, cuando os habéis tomado alguna copilla?

Mirad Olivia Palermo. Sale estupenda en todas las fotos, con la mayor naturalidad del mundo. Ideal. Qué envidia tan poco sana le tengo...

Hat ..


Me chiflan los sombreros...Eso sí, normalmente me gustan mas cuando lo llevan otras...jeje.Ahora en verano es mas fácil de llevar que en invierno, además de adornar nuestro look, nos protege el cabello así como la cara del sol.


Personalmente adoro el clásico "panamá". Son originarios del Ecuador y es un tradicional sombrero con ala que se hace de las hojas trenzadas de la palmera del sombrero de paja-toquilla.

El Panamá al ser un clásico no pasa de moda, siendo diferente otros tipos de sombreros que vienen y van según la moda.

Hemos visto ya muchas imagenes de famosas que no pueden resistir a los encantos y los resultados de un "hat" en sus vidas.



Puede combinar con un look mas arregladito, o para ir a la playa. También a juego con la cesta de mimbre!. Eso sí, y aviso, no es muy apto para flequillos, porqué entre la calor y que esa zona queda tapada, el flequillo se puede quedar bastante sucio. Lo mejor es recogérselo con una horquilla y listo.

Yo actualmente utilizo uno de color negro como el de Kate Moss en la foto derecha y el de toda la vida como el que llevo en la imagen de arriba: un básico en mi armario de verano.
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