Sí, chicas, siento ser así de cínica, de bruta o de animal, pero es que a mí no me la dan. Que es muy bonito ver la cara que pone la gente cuando abre un regalo que le haces (sobretodo si le gusta, porque como no le guste…), pero es un coñazo regalar. ¿O no? Porque cuando regalas, sinceramente, ponte primero a pensar qué narices le regalas este año, segundo, a encontrarlo, tercero, a hacer cola para probar, para mirar, para pagar, y cuarto, a soltar las perras (Y que conste que no suelo tener ningún problema en gastarme lo que me sea cuando veo algo que me parece ideal para una persona determinada).
Y cuando te regalan… Ay, cuando te regalan, es fantástico sentir la emoción del “¿Qué será? ¿Será eso que tanto tiempo he deseado? ¿Eso de lo que tantas pistas le he dado?”, pero es una mierda ver que, otra vez, no han acertado. O, peor, que se han quedado cortos.
Así que, como este año no veo yo mucho regalo a la vista para mí, decidí ponerme manos a la obra y hacerme yo un regalito, que para eso me quiero más que nadie. El problema es que, como siempre, se me ha ido un poco la cabeza, y ha caído más de uno. Y porque me estoy controlando con las tiendas online (¡Amancio, cabrón!), que si no…
El primero de ellos ha sido una suscripción a Glossy Box. Por si no lo conocéis, es una web en la que cada mes te envían a casa (previo pago de 10€, claro) una cajita con 5 muestras de diferentes productos de belleza (para el rostro, para el pelo, para el cuerpo, algún maquillaje) para que los pruebes. Luego, en la web, puedes dejar tus opiniones sobre los productos e ir acumulando puntos que luego canjeas por más cajas. Bueno, pues hoy me ha llegado mi primera caja y no sé si será porque es especial de Navidad, pero me ha encantado. Viene súper bien preparada, monísima, y trae una espuma de baño de Rituals en tamaño venta, un bálsamos labial de Apivita también en tamaño venta, una muestra de una crema de Elizabeth Arden que en el mercado vale 200€ o por ahí (la crema entera, no la muestra…), una espuma limpiadora facial purificante (no me acuerdo de la marca) y una brocha de maquillaje grande que también es la leche. Total, que aún no he probado nada, pero me encanta todo. Ya os contaré cómo es la próxima caja y si merece la pena, pero al menos ésta me parece que sí.
El segundo regalito que me he hecho es un pedido en Kiehl’s. He estado probando durante un mes (sí, un mes, y poniéndomelas cada noche, que es que las muestras de Kiehl’s son de las que duran mogollón) el serum Midnight Recovery y el contorno de ojos de la misma línea. Ambos prometen reparar la piel durante la noche para levantarte con menos líneas, menos signos de cansancio, menos ojeras y menos bolsas. Y estoy flipada con los resultados. Pero sobretodo, sobretodo, porque con ellos duermo como una enana!!!! Están formulados con aceites esenciales, entre ellos uno de lavanda, que te relajan muchísimo. Vamos, tanto que desde que los uso no tengo narices de levantarme pronto para hacer ejercicio. Tengo la piel de la cara maravillosa, pero el culo se me está empezando a caer. No sé yo si esto compensa…
Aunque, ahora que lo pienso, esos son los dos (bueno, tres) únicos regalos que me he hecho estas Navidades, así que no son nada como para fustigarse, ¿verdad? Lo mismo hasta puedo aprovechar y mirar si en las tiendas online encuentro esos botines negros de cuña que no encuentro en ningún sitio (Amancio, lo de antes era una broma...). Ya dejaré la limpiadora y la sombra de ojos de Kiko que quiero probar para las rebajas.