Como os conté en el post anterior, estoy encantada porque he encontrado por fin un centro de belleza de lo más completo donde te hacen sentir como en casa, te aconsejan sobre lo que mejor te va y es muy asequible.
Y no lo voy a dejar escapar. Ya he probado la manicura con el esmalte permanente Gelac y la limpieza de cutis, que os contaré ahora, y no me quiero perder sus tratamientos corporales porque seguro son una delicia y además siempre viene bien darse un capricho de este tipo (si se puede, claro).
El miércoles pedí cita para renovar el esmalte de uñas y hacerme una limpieza de cutis, que después de más de dos años ya tocaba. Así que allí que me planté. Como Ana estaba terminando con otros tratamientos, fue Manoli la que se encargó de hacerme la limpieza.
Qué gustazo, niñas. Qué relax. Con qué delicadeza me hizo todo. Y lo mejor es que me recibió con una sorpresa para mí: me dijo que tenía la piel bonita. ¡Yo! No me lo podía creer. En la vida me lo han dicho. Y eso que me estaba mirando con esa lupa de aumento con luz que tienen encima de la camilla…
Pues sí, me dijo que tengo la piel bonita porque se nota que me la cuido. Y otra cosa no, pero cuidarme la piel sí que lo hago. Cómo no, con la tabarra que me ha dado desde los 14 años…
Empezó el ritual de una manera que yo no me esperaba: repasándome las cejas. Les dio forma con las pinzas, me quitó con un poco de cera pelitos que yo no sabía cómo quitarme (básicamente: tengo un vello que casi me une las cejas con las sienes, pero es muy fino y se ve relativamente poco, y por eso nunca me lo había quitado; y el cambio fue ESPECTAULAR), y me dio un consejo: que no me depile las cejas demasiado por abajo, porque llega un momento en que los pelitos de arriba no tienen donde apoyarse y entonces se caen y es cuando las cejas se ven caídas y despeinadas.
Y entonces empezó el ritual. Limpieza y desmaquillado, tónico, un producto que no sé qué era (ya sabéis que en estas ocasiones una está súper relajada y no va a estar todo el rato volviéndose a ver qué cogen y qué utilizan para cada paso), y vapor durante unos minutos.
Extracción de los puntos negros (muy suave, nada de salvajadas como hacen otras), sobretodo en la nariz, que la tengo como un colador de tanto punto negro, y exfoliante. Y exfoliante. Y exfoliante. No, no me he vuelto loca dándole a la tecla, es que fue muy insistente con el exfoliante, masajeándolo muy bien, e insistiendo sobre todo en la zona de la mandíbula. Lo cual dio un gran resultado, porque tengo la piel suaaaaaaaaaaaaaave. A continuación, después de otros productos que tampoco sé qué eran, una mascarilla fresquita.
Me la dejó actuar un rato que no puedo saber cuánto fue porque me quedé medio dormida, medio en trance. Y finalizó con un contorno de ojos, y algunas brumas y cremas más en el rostro.
Os podéis imaginar cómo me quedé… Pues más suave que un guante, y no hablo sólo de la piel. Estaba relajadísima. Y lo mejor es que la piel y la cara las tenía relajadas y sin ningún signo de maltrato, como a veces pasa. Pura suavidad y relajamiento facial. Vamos, que me veo en el espejo y me encanto amí misma:
Por cierto, Manoli me dio un truco más que interesante: para los puntos negros de la nariz es muy efectivo hacer una pasta con una aspirina y un poco de agua, ponérsela y dejarla actuar un rato, y aclarar. Los resultados son increíbles y pienso probarlos en breve (esta mañana me he hecho ya con una cajita).
Y también es mano de santo para los pies cansados y doloridos echar una aspirina en agua templada y meterlos ahí un ratito. Si lo llego a saber el domingo pasado...
También me dijo que antes de exfoliarse es muy efectivo pasarse un cepillito de esos para la limpieza facial por las zonas con más puntos negros.
¿Qué más se puede pedir? Pues salir del centro con unas uñas preciosas y la sensación de haber pasado una tarde súper agradable y con unas conversaciones muy interesantes con estas dos encantadoras personas.
Cualquier consulta en comentarios o ministeriobelleza@gmail.com !
Y no lo voy a dejar escapar. Ya he probado la manicura con el esmalte permanente Gelac y la limpieza de cutis, que os contaré ahora, y no me quiero perder sus tratamientos corporales porque seguro son una delicia y además siempre viene bien darse un capricho de este tipo (si se puede, claro).
El miércoles pedí cita para renovar el esmalte de uñas y hacerme una limpieza de cutis, que después de más de dos años ya tocaba. Así que allí que me planté. Como Ana estaba terminando con otros tratamientos, fue Manoli la que se encargó de hacerme la limpieza.
Qué gustazo, niñas. Qué relax. Con qué delicadeza me hizo todo. Y lo mejor es que me recibió con una sorpresa para mí: me dijo que tenía la piel bonita. ¡Yo! No me lo podía creer. En la vida me lo han dicho. Y eso que me estaba mirando con esa lupa de aumento con luz que tienen encima de la camilla…
Pues sí, me dijo que tengo la piel bonita porque se nota que me la cuido. Y otra cosa no, pero cuidarme la piel sí que lo hago. Cómo no, con la tabarra que me ha dado desde los 14 años…
Empezó el ritual de una manera que yo no me esperaba: repasándome las cejas. Les dio forma con las pinzas, me quitó con un poco de cera pelitos que yo no sabía cómo quitarme (básicamente: tengo un vello que casi me une las cejas con las sienes, pero es muy fino y se ve relativamente poco, y por eso nunca me lo había quitado; y el cambio fue ESPECTAULAR), y me dio un consejo: que no me depile las cejas demasiado por abajo, porque llega un momento en que los pelitos de arriba no tienen donde apoyarse y entonces se caen y es cuando las cejas se ven caídas y despeinadas.
Y entonces empezó el ritual. Limpieza y desmaquillado, tónico, un producto que no sé qué era (ya sabéis que en estas ocasiones una está súper relajada y no va a estar todo el rato volviéndose a ver qué cogen y qué utilizan para cada paso), y vapor durante unos minutos.
Extracción de los puntos negros (muy suave, nada de salvajadas como hacen otras), sobretodo en la nariz, que la tengo como un colador de tanto punto negro, y exfoliante. Y exfoliante. Y exfoliante. No, no me he vuelto loca dándole a la tecla, es que fue muy insistente con el exfoliante, masajeándolo muy bien, e insistiendo sobre todo en la zona de la mandíbula. Lo cual dio un gran resultado, porque tengo la piel suaaaaaaaaaaaaaave. A continuación, después de otros productos que tampoco sé qué eran, una mascarilla fresquita.
Me la dejó actuar un rato que no puedo saber cuánto fue porque me quedé medio dormida, medio en trance. Y finalizó con un contorno de ojos, y algunas brumas y cremas más en el rostro.
Os podéis imaginar cómo me quedé… Pues más suave que un guante, y no hablo sólo de la piel. Estaba relajadísima. Y lo mejor es que la piel y la cara las tenía relajadas y sin ningún signo de maltrato, como a veces pasa. Pura suavidad y relajamiento facial. Vamos, que me veo en el espejo y me encanto amí misma:
Por cierto, Manoli me dio un truco más que interesante: para los puntos negros de la nariz es muy efectivo hacer una pasta con una aspirina y un poco de agua, ponérsela y dejarla actuar un rato, y aclarar. Los resultados son increíbles y pienso probarlos en breve (esta mañana me he hecho ya con una cajita).
Y también es mano de santo para los pies cansados y doloridos echar una aspirina en agua templada y meterlos ahí un ratito. Si lo llego a saber el domingo pasado...
También me dijo que antes de exfoliarse es muy efectivo pasarse un cepillito de esos para la limpieza facial por las zonas con más puntos negros.
¿Qué más se puede pedir? Pues salir del centro con unas uñas preciosas y la sensación de haber pasado una tarde súper agradable y con unas conversaciones muy interesantes con estas dos encantadoras personas.
Cualquier consulta en comentarios o ministeriobelleza@gmail.com !