¿Imperio Capilar? ¡JA! Yo no sé lo que es eso. Bueno, sí, lo sé por haberlo visto en otras (como Penélope Cruz, qué melenón tiene), no en mí.
Nunca he tenido lo que se dice un pelo frondoso, fuerte, vigoroso. Más bien al contrario. Para que te hagas una idea, los pelitos de la nuca los tengo como los de un bebé recién nacido: finos y suavitos, y se parten con mirarlos. Una pelusilla, vamos.
La última vez que decidí cortarme la melena a ras de la barbilla la peluquera me decía “si es que tienes los “abuelillos” muy pobres, no me extraña que te lo cortes”. Vaya, gracias, salá.
Qué alegría ir a la pelu: diez minutos entre revistas manoseadas esperando a que te pasen a lavar, la mirada reprobadora de la peluquera en el espejo mientras evalúa el estado de tu melena, media hora con picores si te has puesto el tinte de rigor, cinco minutos en una silla de tortura llamada lavacabezas (“por dios, que no me pongan mascarilla que me descoyunto”) en la que además te dan unos tirones al desenredarte que se te saltan las lágrimas, quince minutos de secador que cada vez que te lo acercan de más te achicharran las orejas…
Y luego encima te dicen que vaya mierda de pelo que tienes. ¡Y cobrándote un pastizal! Pues estoy deseando ir, oye, porque la verdad es que sale una con una suavidad en el pelo que no se consigue en casa ni lavándolo con Mimosín.
En fin. A lo que venía este post, en realidad, es al tema de la caída del cabello. Porque yo estoy preocupada. Encima de que tengo poco pelo, si se me cae como se me está cayendo últimamente y no lo trato, a este paso me pareceré a Pepe Reina en un par de meses. Mira, lo mismo en Navidad podía hacer de Niño Jesús en el Belén, toda calvita como los bebés. O de Coto Matamoros.
Pero me niego. Por eso he recurrido, en primer lugar, a un tratamiento en cápsulas que fortalezca el pelo desde la raíz y pare la caída. El farmacéutico me recomendó Pilexil, porque al parecer es el más eficaz. Los complementos como este son muy efectivos porque atacan el problema desde el interior, y los nutrientes llegan mejor al pelo (por cierto, para la celulitis me dijo que lo mismo, las pastillas son más eficaces que las cremas, aunque lo ideal es aunar ambos tratamientos).
De momento, en tres semanas que llevo tomándolas, he notado el pelo más suave y con menos tendencia a engrasarse (es decir, que ahora puedo lavármelo un día sí y otro no, y no estar con el pelo ya regular la noche del mismo día que me lo lavaba, como me pasaba antes).
La caída sigue más o menos igual, pero creo que debo tomar las cápsulas más tiempo. Más me vale que corran para hacer efecto, que de verdad me veo como Lady Gaga, a base de pelucas.
Por otro lado, llevo un tiempo cuidando más mi pelo a diario para que no se parta (otra de las causas de mi pobre melena; cuando me quiero dejar el pelo largo tardo más que el resto de la gente porque se me parte el pelo sólo con tocarlo, y vuelta a empezar).
Me refiero a que siempre, siempre, uso acondicionador en medios y puntas al lavármelo (de los mejores que he probado: el de pelo normal de Stylius, de Mercadona, por 1,70€). Una vez a la semana me pongo mascarilla (en verano incluso dos veces a la semana, usando la mascarilla como acondicionador). Ahora tengo la de Repara y Protege, de Pantene, que no está mal pero tampoco es la caña. La de Elvive Total Repair me gustó más.
No cepillo el pelo cuando está mojado, que es cuando más débil está, sino que lo desenredo con cuidado con un peine de púas anchas.
Antes de lavármelo lo desenredo bien con un cepillo de cerdas naturales (de madera, vamos). Cuando lo voy a secar con el secador (es decir, el 95% de las veces, y no por peinarme, sino porque si no lo hago se me queda como si me hubiera lamido una vaca) me pongo antes un protector del calor (el de Stylius y el de TRESemmé son los que más me gustan), e incluso a veces el reparador en spray de Stylius en las puntas, porque es queratina que se activa con el calor del secador o la plancha y sella la fibra capilar.
Y, desde hace un año, me pongo una mascarilla protectora del sol cuando voy a la playa o la piscina (de nuevo: Stylius me encanta; vale que no he probado otras porque no me las puedo permitir, pero es que esa marca tiene una relación calidad-precio genial).
Podría hacer más cosas, como desenredarme el pelo en la ducha cuando me pongo el acondicionador o la mascarilla porque así además penetran mejor. Pero no hay nada que me dé más asquito que un puñado de pelos mojados (eso y un montón de gusanos moviéndose). Dios, creo que voy a vomitar.
También podría ponerme la mascarilla, envolverme el pelo en una toalla caliente y dejármela puesta una hora. O dejarme la mascarilla puesta en el pelo hasta el día siguiente, como dicen que hace Paula Echavarría (otra con un pelazo).
O podría ponerme mascarillas caseras de aceite y huevo (súper buena y nutritiva, pero de un engorro que no veas), o de aguacates maduros, o de mayonesa. Pero no tengo tiempo y me sobra vergüenza.
Total, que en la medida de lo posible mi pelo está mejorando poco a poco con los cuidados que le doy. Se me caerá lo que sea, pero lo tengo de un suave y un brillante…¡como los bebés recién nacidos!
Nunca he tenido lo que se dice un pelo frondoso, fuerte, vigoroso. Más bien al contrario. Para que te hagas una idea, los pelitos de la nuca los tengo como los de un bebé recién nacido: finos y suavitos, y se parten con mirarlos. Una pelusilla, vamos.
La última vez que decidí cortarme la melena a ras de la barbilla la peluquera me decía “si es que tienes los “abuelillos” muy pobres, no me extraña que te lo cortes”. Vaya, gracias, salá.
Qué alegría ir a la pelu: diez minutos entre revistas manoseadas esperando a que te pasen a lavar, la mirada reprobadora de la peluquera en el espejo mientras evalúa el estado de tu melena, media hora con picores si te has puesto el tinte de rigor, cinco minutos en una silla de tortura llamada lavacabezas (“por dios, que no me pongan mascarilla que me descoyunto”) en la que además te dan unos tirones al desenredarte que se te saltan las lágrimas, quince minutos de secador que cada vez que te lo acercan de más te achicharran las orejas…
Y luego encima te dicen que vaya mierda de pelo que tienes. ¡Y cobrándote un pastizal! Pues estoy deseando ir, oye, porque la verdad es que sale una con una suavidad en el pelo que no se consigue en casa ni lavándolo con Mimosín.
En fin. A lo que venía este post, en realidad, es al tema de la caída del cabello. Porque yo estoy preocupada. Encima de que tengo poco pelo, si se me cae como se me está cayendo últimamente y no lo trato, a este paso me pareceré a Pepe Reina en un par de meses. Mira, lo mismo en Navidad podía hacer de Niño Jesús en el Belén, toda calvita como los bebés. O de Coto Matamoros.
Pero me niego. Por eso he recurrido, en primer lugar, a un tratamiento en cápsulas que fortalezca el pelo desde la raíz y pare la caída. El farmacéutico me recomendó Pilexil, porque al parecer es el más eficaz. Los complementos como este son muy efectivos porque atacan el problema desde el interior, y los nutrientes llegan mejor al pelo (por cierto, para la celulitis me dijo que lo mismo, las pastillas son más eficaces que las cremas, aunque lo ideal es aunar ambos tratamientos).
De momento, en tres semanas que llevo tomándolas, he notado el pelo más suave y con menos tendencia a engrasarse (es decir, que ahora puedo lavármelo un día sí y otro no, y no estar con el pelo ya regular la noche del mismo día que me lo lavaba, como me pasaba antes).
La caída sigue más o menos igual, pero creo que debo tomar las cápsulas más tiempo. Más me vale que corran para hacer efecto, que de verdad me veo como Lady Gaga, a base de pelucas.
Por otro lado, llevo un tiempo cuidando más mi pelo a diario para que no se parta (otra de las causas de mi pobre melena; cuando me quiero dejar el pelo largo tardo más que el resto de la gente porque se me parte el pelo sólo con tocarlo, y vuelta a empezar).
Me refiero a que siempre, siempre, uso acondicionador en medios y puntas al lavármelo (de los mejores que he probado: el de pelo normal de Stylius, de Mercadona, por 1,70€). Una vez a la semana me pongo mascarilla (en verano incluso dos veces a la semana, usando la mascarilla como acondicionador). Ahora tengo la de Repara y Protege, de Pantene, que no está mal pero tampoco es la caña. La de Elvive Total Repair me gustó más.
No cepillo el pelo cuando está mojado, que es cuando más débil está, sino que lo desenredo con cuidado con un peine de púas anchas.
Antes de lavármelo lo desenredo bien con un cepillo de cerdas naturales (de madera, vamos). Cuando lo voy a secar con el secador (es decir, el 95% de las veces, y no por peinarme, sino porque si no lo hago se me queda como si me hubiera lamido una vaca) me pongo antes un protector del calor (el de Stylius y el de TRESemmé son los que más me gustan), e incluso a veces el reparador en spray de Stylius en las puntas, porque es queratina que se activa con el calor del secador o la plancha y sella la fibra capilar.
Y, desde hace un año, me pongo una mascarilla protectora del sol cuando voy a la playa o la piscina (de nuevo: Stylius me encanta; vale que no he probado otras porque no me las puedo permitir, pero es que esa marca tiene una relación calidad-precio genial).
Podría hacer más cosas, como desenredarme el pelo en la ducha cuando me pongo el acondicionador o la mascarilla porque así además penetran mejor. Pero no hay nada que me dé más asquito que un puñado de pelos mojados (eso y un montón de gusanos moviéndose). Dios, creo que voy a vomitar.
También podría ponerme la mascarilla, envolverme el pelo en una toalla caliente y dejármela puesta una hora. O dejarme la mascarilla puesta en el pelo hasta el día siguiente, como dicen que hace Paula Echavarría (otra con un pelazo).
O podría ponerme mascarillas caseras de aceite y huevo (súper buena y nutritiva, pero de un engorro que no veas), o de aguacates maduros, o de mayonesa. Pero no tengo tiempo y me sobra vergüenza.
Total, que en la medida de lo posible mi pelo está mejorando poco a poco con los cuidados que le doy. Se me caerá lo que sea, pero lo tengo de un suave y un brillante…¡como los bebés recién nacidos!
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