PROMOS

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Mis compritas en NY para cabello...

Hola chicas!

Bueno pues aquí os muestro los productos que me traje para el pelo. Muchos tenía ganas de probarlos pero por su elevado precio aquí todavía no los tenía fichados...aunque otros me han costado lo mismo que me costarían aquí, pero bueno, el que no arriesga jeje




En la primera foto, el Penetrait de Sebastian, acondicionador. Lo he probado una sola vez y me ha gustado la sensación de ligereza con el cabello humedo, después la sensación al secarlo ya no me ha parecido tan buena la verdad...esperaré a darle mas usos para una mejor sentencia.

El segundo producto es Moroccan argan oil, de organix. Esta marca sinceramente no la conocía, pero en la tienda donde compré bastantes de estos productos, tenían toda una línea muy completa de todo tipo de champús y productos para el cabello y pensé que me gustaría probarlo. Es un aceite de argán que promete un acondicionado del cabello con mucho brillo. Lo probaré.

El champú de Pureology. Lo cierto es que tenía muchísimas ganas de probar este champú. El caso es que en muchas tiendas de productos de peluquería pregunté y en ninguno lo tenían. Si me gusta el resultado tendré que encontrar tienda aquí.

Por último en esta foto, un spray de protección del calor y brillo de Pantene para el cabello fino. Me hizo gracia porqué aquí no lo he visto todavía (igual ha llegado y no me he enterado que todo puede ser) lo usaré antes de las planchas y/o secador.




En esta foto todos los productos son de Aveda, excepto la famosa mascarilla capilar de Moroccanoil.

Lo cierto es que tenía muchas ganas de ella (bueno de esta mascarilla y todos lo demás) porqué he leído mucho sobre estos productos que tienen mucha fama actualmente y lo quiero comprobar en mi propio cabello. Me hubiera comprado todo lo demás pero temía que mi maleta superara el peso máximo permitido...
La mascarilla promete: restablecer la hidratación, Aumentar la elasticidad y restaurar la docilidad...confío en que lo hará!

Después la línea de Damage remedy de Aveda, que promete restucturar el que cabello con proteína de quinoa.

Un pequeño botecito de mousse para dar volumen al cabello. Otro pequeño bote de la línea smooth infusion para antes de peinarlo, es decir desenredante y sin aclarado. Y una crema de manos que después del masaje que me hizo con ella la dependienta no pude resistirme a comprarla! Huele deliciosamente a mentay algo más que ahora no recuerdo, y es para desestresar las manos (pobres..ellas lo necesitan)..

Y esto es todo (capilar). Tengo muchas ganas de poder probarlo todo y contaros los resultados. Pero primero el próximo post os mostraré los productos cosméticos y de maquillaje que adquirí.

Hasta pronto_!

Comienzos en cosmética

Todavía me acuerdo de la primera vez que usé un acondicionador para el pelo. Tendría unos doce años, y en el baño había un bote que nunca había visto: Elsève Jojoba (¿Elsève? ¿Jojoba? Suena a prehistoria). “Pues me lo pongo”, me dije. Y esa frase ha caracterizado mi relación con los cosméticos desde entonces. Aluciné cuando me aclaré el pelo. No sabía que podía estar tan suave. Y, por supuesto, no sabía por qué mi madre me había privado de esa sensación tanto tiempo. Qué cruel…

“¿Si? Pues ahora verás”. Desde entonces, empecé a probar todas las cremas, lociones y maquillajes de mi madre. El anticelulítico de Elancyl (con doce años no sé para qué, pero el bote era tan mono y se suponía que te pondría unas piernas maravillosas, que no me pude resistir). El perfume Dune, de Dior. Los coloretes de Margaret Astor (a la que le han quitado el nombre de pila, a la pobre, por cierto) y las tierras del desierto de Marcel Cluny. Las barras de labios y los lápices de ojos de Pinaud. La laca Elnett. Vamos, que el día que me metía en el cuarto de baño salía la niña hecha un cromo. Aunque eso era antes de que Ana Rosa Quintana apareciera en la televisión. Me explico: yo veía que esa señora siempre iba muy bien maquillada, con los ojos muy bien pintados. Así que empecé a imitar la forma que le hacían con las sombras. Y hasta hoy, cuando muchas amigas me han pedido que las maquille porque les gusta mucho cómo lo hago.

Supongo que de ahí me viene este gusto por probar cremas y productos de maquillaje nuevos continuamente. Bote veo, bote quiero. Por eso os cuento mis experiencias positivas y menos positivas con algunos de ellos:


-La línea de limpieza facial Pure Active, de Garnier. Me deja la piel súper fresca, limpia y libre de toda grasa, pero sin tiranteces. Sobre todo el exfoliante diario anti puntos negros. Pero también es muy bueno el limpiador integral 3 en 1 (que es limpiador diario, exfoliante y se puede poner como mascarilla), y el gel limpiador (igual que el de la línea Skin Naturals Clean Detox).

-El anticelulítico efecto frío de Mercadona. La primera vez que lo usé creí que me congelaba. De hecho, me gustaba mucho porque era bueno pero tuve que dejar de usarlo en invierno porque no lo soportaba. El de efecto calor no era tan potente, pero también estaba bien. Creo que ahora han aumentado la línea con varios productos específicos, pero no los he probado (Señores de Mercadona: aquí la conejilla de indias estaría dispuesta a probarlos para dar fe de su efectividad; gratuitamente, por supuesto).

-El anticelulítico de Shiseido. Ya lo sabéis, tengo especial predilección por probar estos productos en particular. Desde que me lo puse la primera vez noté cierta actividad en mi piel. Y a los veinte minutos estaba haciendo, ejem, pis. Efectividad total anti agua y anti celulitis.

-El sérum de efecto brillo para el pelo de Mercadona. Lo siento, pero esto, desde que me lo estaba poniendo, sabía que no era para mí. En mi pelo lacio y tendente a la grasa, sólo significó unos mechones apelmazados, tiesos y nada brillantes, por cierto. Pero la promesa de un pelo suave y brillante me había conquistado. Creo que lleva tres años en mi baño.

-El champú de efecto espejo de Elvive. El del bote rosa con proteínas de perla y de su padre. Como si me hubiera lamido una vaca. Y lo mejor es que me enajené en la tienda y me había comprado el champú, el acondicionador y la mascarilla sin aclarado. El champú lo usé para limpiar los pinceles de maquillaje, pero no hubo manera de encontrarle uso a los otros dos productos, que acabaron en la basura.

-La máscara de pestañas efecto eye liner, de Bourjois. Muy negra, muy intensa, con efecto eye liner, es verdad, pero también con mucha tendencia a extenderse por los párpados. Me dejaba los ojos como los de Massiel después de una boda.

-El colorete Pastel Joues, de Bourjois también. Lo compré un poco a lo loco, porque quería uno rosa luminoso y era barato (y el primero que vi). Estoy deseando comprarlo otra vez porque ninguno me ha dejado mejor cara que ése. Lo mismo me pasó con un lápiz de ojos verde (también luminoso, empiezo a pensar que ni que trabajara para Unión Fenosa), de Astor.

Y podría contaros muchas más experiencias con productos. Esto parece un juego de prueba-error, en el que muchas veces no se acierta, pero por suerte las pérdidas suelen ser pequeñas y los experimentos suelen ser un placer. Por eso me encanta.

La Caída del Imperio...Capilar


¿Imperio Capilar? ¡JA! Yo no sé lo que es eso. Bueno, sí, lo sé por haberlo visto en otras (como Penélope Cruz, qué melenón tiene), no en mí. 

Nunca he tenido lo que se dice un pelo frondoso, fuerte, vigoroso. Más bien al contrario. Para que te hagas una idea, los pelitos de la nuca los tengo como los de un bebé recién nacido: finos y suavitos, y se parten con mirarlos. Una pelusilla, vamos.

La última vez que decidí cortarme la melena a ras de la barbilla la peluquera me decía “si es que tienes los “abuelillos” muy pobres, no me extraña que te lo cortes”. Vaya, gracias, salá. 

Qué alegría ir a la pelu: diez minutos entre revistas manoseadas esperando a que te pasen a lavar, la mirada reprobadora de la peluquera en el espejo mientras evalúa el estado de tu melena, media hora con picores si te has puesto el tinte de rigor, cinco minutos en una silla de tortura llamada lavacabezas (“por dios, que no me pongan mascarilla que me descoyunto”) en la que además te dan unos tirones al desenredarte que se te saltan las lágrimas, quince minutos de secador que cada vez que te lo acercan de más te achicharran las orejas…

Y luego encima te dicen que vaya mierda de pelo que tienes. ¡Y cobrándote un pastizal! Pues estoy deseando ir, oye, porque la verdad es que sale una con una suavidad en el pelo que no se consigue en casa ni lavándolo con Mimosín.

En fin. A lo que venía este post, en realidad, es al tema de la caída del cabello. Porque yo estoy preocupada. Encima de que tengo poco pelo, si se me cae como se me está cayendo últimamente y no lo trato, a este paso me pareceré a Pepe Reina en un par de meses. Mira, lo mismo en Navidad podía hacer de Niño Jesús en el Belén, toda calvita como los bebés. O de Coto Matamoros.

Pero me niego. Por eso he recurrido, en primer lugar, a un tratamiento en cápsulas que fortalezca el pelo desde la raíz y pare la caída. El farmacéutico me recomendó Pilexil, porque al parecer es el más eficaz. Los complementos como este son muy efectivos porque atacan el problema desde el interior, y los nutrientes llegan mejor al pelo (por cierto, para la celulitis me dijo que lo mismo, las pastillas son más eficaces que las cremas, aunque lo ideal es aunar ambos tratamientos). 

De momento, en tres semanas que llevo tomándolas, he notado el pelo más suave y con menos tendencia a engrasarse (es decir, que ahora puedo lavármelo un día sí y otro no, y no estar con el pelo ya regular la noche del mismo día que me lo lavaba, como me pasaba antes). 

La caída sigue más o menos igual, pero creo que debo tomar las cápsulas más tiempo. Más me vale que corran para hacer efecto, que de verdad me veo como Lady Gaga, a base de pelucas.
Por otro lado, llevo un tiempo cuidando más mi pelo a diario para que no se parta (otra de las causas de mi pobre melena; cuando me quiero dejar el pelo largo tardo más que el resto de la gente porque se me parte el pelo sólo con tocarlo, y vuelta a empezar). 

Me refiero a que siempre, siempre, uso acondicionador en medios y puntas al lavármelo (de los mejores que he probado: el de pelo normal de Stylius, de Mercadona, por 1,70€). Una vez a la semana me pongo mascarilla (en verano incluso dos veces a la semana, usando la mascarilla como acondicionador). Ahora tengo la de Repara y Protege, de Pantene, que no está mal pero tampoco es la caña. La de Elvive Total Repair me gustó más. 

No cepillo el pelo cuando está mojado, que es cuando más débil está, sino que lo desenredo con cuidado con un peine de púas anchas. 

Antes de lavármelo lo desenredo bien con un cepillo de cerdas naturales (de madera, vamos). Cuando lo voy a secar con el secador (es decir, el 95% de las veces, y no por peinarme, sino porque si no lo hago se me queda como si me hubiera lamido una vaca) me pongo antes un protector del calor (el de Stylius y el de TRESemmé son los que más me gustan), e incluso a veces el reparador en spray de Stylius en las puntas, porque es queratina que se activa con el calor del secador o la plancha y sella la fibra capilar. 

Y, desde hace un año, me pongo una mascarilla protectora del sol cuando voy a la playa o la piscina (de nuevo: Stylius me encanta; vale que no he probado otras porque no me las puedo permitir, pero es que esa marca tiene una relación calidad-precio genial).

Podría hacer más cosas, como desenredarme el pelo en la ducha cuando me pongo el acondicionador o la mascarilla porque así además penetran mejor. Pero no hay nada que me dé más asquito que un puñado de pelos mojados (eso y un montón de gusanos moviéndose). Dios, creo que voy a vomitar. 

También podría ponerme la mascarilla, envolverme el pelo en una toalla caliente y dejármela puesta una hora. O dejarme la mascarilla puesta en el pelo hasta el día siguiente, como dicen que hace Paula Echavarría (otra con un pelazo). 

O podría ponerme mascarillas caseras de aceite y huevo (súper buena y nutritiva, pero de un engorro que no veas), o de aguacates maduros, o de mayonesa. Pero no tengo tiempo y me sobra vergüenza.

Total, que en la medida de lo posible mi pelo está mejorando poco a poco con los cuidados que le doy. Se me caerá lo que sea, pero lo tengo de un suave y un brillante…¡como los bebés recién nacidos!
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