“¿Piernas cansadas? ¿Qué es eso?” Me decía yo a mis tiernos 23 añitos. La única idea que tenía yo entonces de tener las piernas cansadas era después de mis carreras matinales de 45 minutos haciendo footing en el parque. Pero, ah, juventud, divino tesoro que pronto se escapa. Por entonces no usaba tacones casi a diario. No me pasaba horas sentada. No tenía 29 tacos…Y ahora sí. Ahora llego a veces a casa y las piernas me pesan como sacos de arena. Siento (qué digo siento, lo veo con estos ojitos) los pies hinchados después de quitarme los zancos. Algunas mañanas de verano me levanto con un cansancio como si hubiera estado toda la noche corriendo una maratón. ¡Una solución quiero!
Al parecer, el 80% de las personas adultas sufren las molestias de las piernas cansadas. Sobretodo las mujeres, que somos así de chulas y con nuestro cóctel de hormonas nos llevamos la palma. Pero es que, además, hay factores que empeoran la situación. A saber: la falta de ejercicio, el sedentarismo, la alimentación, la obesidad, la herencia (gracias, mamá, por esas negras y largas pestañas; no tanto por lo otro). Todo esto empeora la circulación sanguínea, que nos lleva al síndrome de las piernas cansadas.
¿Qué hacer para evitar esto o al menos mejorar la situación? Pues hay varias cosas que debemos poner en marcha (esto lo he sacado de dietafitness.com):