Y empiezo por esto último, por los tratamientos. Os confieso una cosa: cuando me imagino mi vida ideal, ésa que nunca se cumple, aparte de imaginarme no teniendo que trabajar ni preocuparme por el dinero (ayyyyyy), disponiendo de mi tiempo como me dé la gana, pudiendo ir a hacer Pilates, y yoga, y ejercicio, y haciendo cursos de inglés, de alemán y de japonés, viajando y descansando, haciendo mil cosas que ahora no puedo hacer, me imagino tumbada en una camilla y recibiendo maravillosos tratamientos de belleza. De ésos que te hacen cambiar la cara como lo ha hecho Letizia Ortiz (que hay que ver lo que se ha relajado la expresión a esta chica), o tener un cuerpo que casi flota en el aire de tanta armonía. De los que, desgraciadamente, cuestan una pasta y además exigen tiempo.
Pero eso era antes. Porque he descubierto un centro donde tienen una variedad de tratamientos enorme y para todo: limpiezas de cutis, tratamientos para el acné y las marcas, tratamientos para el contorno de ojos, manicuras y pedicuras sensacionales, masajes remodelantes, anticelulíticos y drenantes, fisioterapia, maquillaje y depilaciones (vamos, todo lo que yo necesito, que estoy fatal!!!) Muy cerca de mi casa, con lo cual en tiempo ahorraría bastante. A muy buen precio, lo cual es mejor todavía. Y con una atención muy agradable (cosa que, desgraciadamente, cada vez cuesta más encontrar, como me pasó en la pelu la semana pasada). Desde luego, conmigo han encontrado un filón, porque pienso empezar y no parar (si mi cuenta corriente me lo permite, claro).
De momento, lo que ya he probado ha sido la manicura con el esmalte de larga duración Gelac. No, no me estoy confundiendo con el Shellac, es que éste se llama así. Pero la filosofía es la misma: un esmalte que dura mucho tiempo (hasta dos semanas), que se seca con una lámpara de rayos UV y que tiene un brillo espectacular. Yo tenía muchas ganas de probarlo porque ya sabéis que me hago la manicura en casa y me queda muy bien, pero da mucha rabia que se descascarille el esmalte en cuanto friegas dos platos. Y más cuando es la manicura francesa, con lo que se tarda en hacer bien. Así que hace dos semanas le pedí cita a Ana para hacerme esta manicura.
El tratamiento tarda unos 40 minutos (un poco más cuando no es la primera vez que te la haces, porque te tiene que quitar el esmalte anterior con acetona dejándotela actuar durante unos diez minutos), y es una manicura al uso con la salvedad de que, como os decía, las uñas se secan en una lámpara de rayos UV para fijar el esmalte. De hecho, se seca instantáneamente, y es rarísimo poder pagar sin preocuparte de estropearte las uñas con el monedero.
Lo mejor, aparte del brillo espectacular que se queda, es el hecho de que dure tantísimo. Ya os decía, llevaba semana y media con ellas y sólo se me ha estropeado un poco en alguna uña porque el fin de semana tuve que echar una mano en el lounge y el limón de las copas es malísimo para eso, y porque me han crecido las uñas, pero salvo por eso estaban perfectas. Y lo mejor es que puedes ponerte una capa de brillo, pulirlas o incluso poner un esmalte normal encima (que es lo que yo he hecho) para mantenerlas hasta tu cita en el centro.
Y el precio no tiene competencia: 20€. Me parece genial para una manicura tan bien hecha y que dure tanto.
Ayer por la tarde fui a renovarla, y las tengo de nuevo preciosas. Volví a ponerme el rojo porque es un color que me gusta mucho, pero hay bastante variedad de colores, incluida la francesa.
Y de paso me hice una limpieza de cutis, que después de las sesiones de sauna y baño turco en el spa de Sober me saqué tres puntos negros de la cara que parecían melones. Os lo contaré en otro post, porque fue fantástica y además me dieron algunos trucos interesantes…